Las manos del neandental



Las manos del neandertal, eran demasiado 'torpes' para los trabajos artesanales.
Un estudio revela que seis de las ocho posiciones necesarias para realizar trabajos finos y minuciosos les suponían demasiado estrés mecánico.

FUENTE: Revista Muy Interesante

Observando los yacimientos arqueológicos de los neandertales, nos damos cuenta de que apenas dejaron manifestaciones artísticas y herramientas de piedra. Una ausencia que solía asociarse a supuestas deficiencias cognitivas y simbólicas de los homínidos. Pero ahora, una investigación de la Universidad Complutense de Madrid ha revelado que el hecho de que estas manifestaciones artísticas no existan se debe a una razón mecánica: sus falanges no estaban diseñadas para ello.
"Las manos de alguno de nuestros ancestros o coetáneos, como el Neandertal, eran tan parecidas a las nuestras que nadie sospechaba que ahí podía encontrarse una diferencia crucial", explica Manuel Martín-Loeches, investigador de la UCM. Durante el estudio, expertos talladores fueron examinados mientras fabricaban microlitos, desde la extracción de lascas de un núcleo hasta el detalle y retoque de las minúsculas piezas. El análisis de los movimientos de la mano y los brazos de los talladores reveló una serie de posiciones fundamentales para su fabricación, según las conclusiones de los investigadores, muy difíciles de realizar para las manos de los neandertales.
Mediante una reconstrucción de la mano del hombre de Neandertal, se ha logrado calcular el grado de esfuerzo que debían realizar esta especie para producir este tipo de industria. Los resultados de la investigación revelaron que seis de las ocho posiciones necesarias para fabricar herramientas como el microlito supondrían demasiado estrés mecánico.
"Las falanges de los dedos de los neandertales no eran lo suficientemente largas como para que el reparto de fuerzas durante la fabricación de microlitos fuera sido eficiente", concreta  Francia Patiño, coatura del estudio, que se ha publicado en la revista Journal of Anthropological Sciences. Esto explica la escasez de microlitos previa al Homo sapiens. "Fabricarlos no es nada fácil. Requiere un gran habilidad por parte de ambas manos, con movimientos muy definidos y precisos", añade Martín-Loeches. Este tipo de herramienta de piedra comienza a ser abundante desde hace cuarenta mil años.
Los resultados del estudio apoyan la propuesta de que la ausencia de manifestaciones artísticas en otros homínidos se debe a las menores habilidades manuales como principal razón, por encima de las razones cognitivas y simbólicas.

Las ilustraciones de Arturo Asensio

Una de las escenas más populares es la de una mujer pintando. Asensio es el responsable de las ilustraciones del Museo Arqueológico Nacional (MAN), de España.


Arturo Asensio Moruno es un pintor de formación e ilustrador de oficio. Es el responsable de haber hecho que la prehistoria se recree y se haga visible como sólo un artista lo puede hacer.
En el verano de 2012 recibió el encargo de pintar cerca de treinta escenas de la prehistoria del hombre.

FUENTE: El Confidencial

Cómo devolver a la vida todos esos objetos muertos, para que cobren forma y presente, y transmitan información. Cómo hacer para acabar con la separación entre el contexto vital y los restos. Él debía ser el pegamento que uniera estas partes, para reivindicar el uso, el valor y el significado de los objetos de la comunidad que los elaboró y que han perdido a simple vista. Se han hecho invisibles.
El buen ilustrador es el dibujante que mejor lee y Arturo Asensio ya había trabajado en la recreación del pasado del Museo Arqueológico Regional de Madrid, en Alcalá de Henares, donde se encargó de dar vida al asentamiento de Carpetos, en el yacimiento de Santorcaz. Allí trabajó junto a Gonzalo Ruiz Zapatero, catedrático en Prehistoria de la Universidad Complutense, que ha escrito sobre los valores que el conocimiento del pasado aporta al ciudadano del siglo XXI: “La Prehistoria es asomarnos a lo más profundo de la esencia humana y por eso contiene valores que deberían promoverse desde la escuela”.

Solsticio de verano en Stonehenge

 Las ruinas de Stonehenge.

Hoy en el hemiferio norte termina la primavera y se inicia el verano. El Inglaterra cada 21 de junio miles de personas se reúnen en el célebre monumento para celebrar el solsticio de verano.


Todos los años se realiza una fiesta pagana en Stonehenge: miles se congregaron para celebrar el solsticio en medio de un fuerte operativo de seguridad.
La tradicional celebración realizada al sur de Inglaterra a 13.000 personas en medio de un extraordinario control policial tras los ataques terrroristas en Manchester y Londres.
Una multitud se congregó en el monumento prehistórico de Stonehenge para observar el amanecer el día más largo del año en el hemisferio norte, un ritual que se repite cada año con el solsticio de verano.
Stonehenge fue construido entre el año 3000 y 2000 antes de Cristo en Wiltshire, al suroeste de Inglaterra, por un pueblo que no dejó ningún registro escrito.
En particular el solsticio de verano es celebrado en la tradición pagana inglesa como un momento de "abundancia y celebración", y por esta razón Stonehenge, normalmente cerrado para su preservación, abre las puertas cada 21 de junio.



Leve desmoronamiento en la cueva de Altamira

El techo de la cueva de Altamira sufre una "ligera caída de roca y pintura"

El consejero de Cultura, Ramón Ruiz, alerta de una "fragilización" de determinadas zonas del techo fruto de "goteos" cuyo origen no se conoce de forma exacta


Los informes técnicos de Altamira -al norte de España- revelan una "fragilización" de determinadas zonas del techo de la cueva, con "ligera caída de roca y pintura". El consejero de Cultura, Ramón Ruiz, aportó ayer en el Pleno del Parlamento una serie de consideraciones sobre el estado de conservación de la cueva que no habían salido a la luz tras la última reunión del Patronato, hace dos semanas.
Añadió que esa caída es fruto de "goteos" que se producen entre los meses de febrero y junio y cuyo origen no se conoce de forma exacta, aunque apuntó que podrían deberse a filtraciones, condensaciones o a una colonia bacteriana, algo "que habrá que estudiar". 
José María Ballester, coordinador de la comisión que se ocupa del Plan de Conservación Preventiva de Altamira, matizó a este periódico las palabras de Ruiz e indicó que "desde hace cuatro años se ha detectado un goteo" en el interior de la cueva y que se trata de gotas "con pigmentos, no con pinturas, y con microscópicas rocas, como granitos de arena, que han sido analizadas en el laboratorio".
Éste es uno de los cuatro problemas detectados por la comisión, según enumeró el consejero, a partir de los cuales se ha acordado modificar la distribución de las visitas a la cueva, manteniendo el mismo número anual –ahora acceden cinco personas cada viernes por sorteo–, pero con un cambio en los flujos de acceso. La decisión del Patronato, tal y como se anunció el pasado 6 de junio, es cerrar la entrada entre febrero y junio, periodo de mayor riesgo para las pinturas, y compensar los cupos el resto del año.
Otro de los problemas es una colonia de microorganismos que se ha detectado y sobre la que se están estudiando qué tipo de actuaciones tomar. El tercero es un aumento de la temperatura de la cueva entre medio y un grado, aunque no se puede certificar si es debido a la presencia humana. Y el cuarto problema está relacionado con la cubierta exterior de la cueva, donde se analizarán las canalizaciones y la vegetación por si fueran el origen de las filtraciones que están provocando la caída de roca y pintura.


Transparencia

Ramón Ruiz ofreció todas estas explicaciones en el Pleno del Parlamento en respuesta a una interpelación del PP sobre la última reunión del Patronato de Altamira. El diputado popular Iñigo Fernández pidió al consejero que informara sobre cuál es la situación de la cueva en la actualidad, que explicara la posibilidad de modificar el régimen de visitas en el futuro y que desgranara los acuerdos adoptados en la última reunión del Patronato, ya que "todos los asuntos relacionados con Altamira, nuestro principal patrimonio, aquello que nos pone en el mapa, en ningún caso pueden conducirse con secretismo". "Hablemos de Altamira con naturalidad y apostemos por la transparencia", aconsejó Fernández.
Y el consejero recogió el guante y reveló esos informes técnicos, incluida la preocupante caída de pintura y roca del techo que obligará a dar más explicaciones.
Ruiz relató que, en función de todos estos condicionantes, se tomó la decisión en el último Patronato de «mantener» la carga anual de público, pero suspender las visitas en los meses en los que la cueva «sufre más», entre febrero y junio. En definitiva, que «en la medida de lo posible», la cueva pueda ser visitada por «el mayor número» de personas, siempre y cuando no se ponga en riesgo y «no haya contradicción» con los informes de la comisión de seguimiento del plan de conservación. De hecho, explicó que los técnicos ya habían tomado medidas, con la reducción del tiempo de presencia en la cueva para la investigaciones científicas y con la división del grupo de cinco personas a la semana que visita la cueva, en uno de dos y otro de tres visitantes.
El titular de Cultura defendió que el criterio del Gobierno de Cantabria con respecto a Altamira es de "cautela" y de no poner en riesgo un patrimonio cultural, criterio que encaja dentro de la decisiones del Patronato de mantener el régimen de visitas pero modificando los flujos de entrada y de investigar los problemas «para ver si podemos, en el próximo Patronato, tomar otra decisión".






Las pinturas rupestres más antiguas, en España

Un grupo internacional de científicos, dirigido por el Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Bristol, ha determinado que las pinturas rupestres que pueden verse en las cuevas de Altamira y en otros sitios del norte de España, son 10 mil años más antiguas que lo que se creía hasta el momento; lo que las convertiría en las huellas artísticas de esta índole más primitivas de las que se tenga registro.
Este dato, según el artículo publicado en portada por la revista Science, además de atribuir valor a las pinturas encontradas, agrega complejidad a la historia del arte: si realmente las pinturas encontradas, por ejemplo, en la cueva de El Castillo, fueron realizadas hace 40.800 años, entonces sus autores habrían pertenecido, no a nuestros antepasados directos, sino al hombre de Neandertal. Lo cual, advierten los especialistas, nos obligaría a modificar muchos de los conceptos que tenemos acerca de las primeras poblaciones humanas en Europa. Y esto, a su vez, pone en duda las nociones primarias acerca del humano, según las cuales la capacidad cognitiva para producir obras artísticas lo habría diferenciado de sus “parientes” más arcaicos.


¿Qué entendemos por arte rupestre?

Se conoce como arte rupestre a los rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.


En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas, piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales, plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuraciones geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la pintura y el grabado en piedras, una gran parte de sus vivencias, pensamientos y creencias.



Petroglifo Piedra Horizontes, Sasaima, Cundinamarca (Colombia)



Expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y representar su realidad.

Su denominación como “arte” no significa que se trate de objetos artísticos en los términos y con las finalidades con que hoy los entendemos desde nuestra cultura occidental. Ésta es sólo una más de las formas como se ha intentado definir su significado. Lo “rupestre” hace referencia al soporte en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el término manifestaciones rupestres (1), pues la palabra “arte” implica darle un sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores.

La historia de la fidelidad


Investigadores de la Universidad de Tenessee, Estados Unidos, han rastreado en la historia de nuestros antepasados primates para dar con lo que sería el primer momento de lo que hoy conocemos como la fidelidad de pareja. 

Tuvieron que remontarse 4 millones de años para encontrarlo, entre los homínidos llamados Ardiphitecus (antecesores del Australophitecus afarensis). Según explica el artículo, publicado por la revista Proceedings, el primer paso en dicho comportamiento derivó de una suerte de “alianza estratégica” entre las hembras, interesadas en garantizar la supervivencia de sus hijos, y los machos menos favorecidos. Fueron ellas, en aquella época remota, quienes comenzaron a declinar de la elección de los machos dominantes para la reproducción, y a aliarse con otros machos, de menor jerarquía, pero que podían asegurarles alimento y protección… a cambio de su fidelidad. Aquellos machos, al mismo tiempo, entendieron que poco sentido tenía invertir la energía en pelear con otros machos por la atención de las hembras, en lugar de conquistarlas a ellas con favores de comida y seguridad para sus descendientes. De este modo, estos lejanos antepasados dieron lugar a un comportamiento social que se ha mantenido por millones de años, constituyéndose en unos pilares de nuestro comportamiento como especie.

Brutos, machistas y despiadados: los falsos mitos del hombre de las cavernas



Las sociedades prehistóricas no eran tan salvajes como muchos creen: se adornaban, mayores y enfermos recibían cuidados y ellas se iban "de viaje".


Lo que sabemos sobre la Prehistoria no siempre procede de libros de divulgación o de los documentales científicos, en muchas ocasiones el cine, la televisión o las novelas de ficción nos han ayudado a recrear una época de la evolución humana plagada de tópicos y errores flagrantes en nuestro imaginario colectivo. Como explican Marián Cueto Rapado, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (Universidad de Cantabria) y Edgard Camarós, del Instituto Catalán de Paleontología Humana y Evolución Social (IPHES) en un trabajo sobre la falsificación de la Prehistoria, los canales cotidianos como la televisión, el cine o la publicidad nos han hecho creer que los dinosaurios luchaban contra los seres humanos (cuando se extinguieron millones de años antes de que llegaran nuestros primeros ancestros), las mujeres tienen una actitud pasiva «en sociedades patriarcales que se dan por supuestas y por consiguiente por naturales u originales» y los hombres se representan como seres «brutales, guiados únicamente por sus instintos para luchar por su supervivencia como un elemento más de la cadena trófica», dicen en su investigación.
Según estos autores, este es el caso de películas como "Mujeres Prehistóricas" (1950, 1967), "Hace un millón de años" (1940, 1966), "Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra" (1970) o "Criaturas del mundo perdido" (1971), en las que aparecen de forma recurrente tres elementos: cavernícolas, monstruos gigantes y biquinis pudorosamente absurdos. En estas películas, no faltan animales exageradamente grandes, como cangrejos o tortugas gigantes, que muestran una gran agresividad, cuando en realidad muchos de ellos ni siquiera son carnívoros.

FUENTE: Diario ABC



La cara masculina, modelada a puñetazos prehistóricos



Según publicó el diario español ABC, los científicos aseguran que la violencia entre nuestros antepasados hace millones de años influyó en la evolución del rostro de los hombres para minimizar las lesiones.


La versión prehistórica de una pelea de bar entre dos hombres, por una mujer, por comida o por cualquier otro desacuerdo que pueda resolverse a mamporros, tuvo un sorprendente efecto en el aspecto de nuestros antepasados masculinos. Investigadores de la Universidad de Utah aseguran en un estudio publicado en Biological Reviews que los rostros de los primeros homínidos, especialmente los de la familia de los antiguos australopitecus, evolucionaron y se hicieron más robustos hace millones de años para minimizar las lesiones provocadas por los golpes durante las peleas. A su juicio, la violencia ha jugado un papel más importante en la evolución humana de lo que generalmente es aceptado por muchos antropólogos.
«Los australopitecinos se caracterizaron por una serie de rasgos que pueden haber mejorado la capacidad de lucha, incluida la proporción de la mano que permitía la formación de un puño, convirtiendo el delicado sistema músculo-esquelético de la mano en una eficaz maza para golpear», señala David Carrier, biólogo y autor principal del el estudio «Si, efectivamente, la evolución de nuestras manos se asocia con la selección para la lucha, se podría esperar que el objetivo principal (en una pelea), la cara, también evolucionara para darle una mejor protección contra las lesiones cuando es golpeada». De esta forma, los pómulos, la mandíbula y otros rasgos de los primeros homínidos se hicieron más fuertes.
Cuando los humanos modernos luchan cuerpo a cuerpo, la cara suele ser el objetivo principal. «Lo que encontramos fue que los huesos que sufren las mayores tasas de fractura en las peleas son las mismas partes del cráneo que mostraron el mayor incremento de robustez durante la evolución de los homínidos», dice Carrier. Estos huesos son también las partes del cráneo que muestran la mayor diferencia entre hombres y mujeres, tanto en los australopitecinos como en los seres humanos. En otras palabras, los rostros masculinos y femeninos son diferentes porque las partes del cráneo que se rompen en las peleas son mayores en los hombres».
Estos rasgos faciales aparecen en el registro fósil en aproximadamente el mismo tiempo que nuestros ancestros evolucionaron proporciones de mano que permiten la formación de un puño, por lo que los científicos creen que surgieron para proteger la cara de los puñetazos, y no por la necesidad de masticar alimentos difíciles como los frutos secos, como sostiene otra hipótesis alternativa.
La idea de los investigadores de Utah también tiene profundas raíces filosóficas. «El debate sobre si hay o no hay un lado oscuro en la naturaleza humana se remonta al filósofo francés Rousseau, quien sostuvo que los humanos eran buenos salvajes, pero la civilización los hizo violentos. Esta idea sigue siendo fuerte entre algunos biólogos y antropólogos evolucionistas, pero otros han encontrado evidencias de que nuestro pasado distante no era pacífico», medita Carrier. «Lo que nuestra investigación ha mostrado es que muchos de los caracteres anatómicos de los grandes simios y de nuestros antepasados, los primeros homínidos (como la postura bípeda, las proporciones de las manos y la forma de la cara), mejoran el rendimiento en la lucha».


Hallados en Marruecos los restos de los primeros 'Homo sapiens'

El yacimiento de Jebel Irhoud, de 300.000 años, desplaza la cuna de la humanidad al norte de África


La cuna de la humanidad se desplaza a Marruecos. Un equipo de científicos ha descubierto en el yacimiento de Jebel Irhoud restos humanos de 300.000 años, que atribuyen a los orígenes de nuestra especie. Hasta ahora, los primeros Homo sapiens aparecían de repente en la historia, como caídos en un paracaídas hace 195.000 años sobre algunos puntos de Etiopía.

FUENTE: Diario El País

El yacimiento marroquí se conoce desde 1960, cuando unos mineros se toparon con cavidades habitadas en el Paleolítico. Entonces se desenterraron varios fósiles humanos, asociados a afiladas herramientas de sílex. Los restos se dataron en 40.000 años y luego en 160.000 años. Ahora, un equipo dirigido por el paleoantropólogo francés Jean-Jacques Hublin ha hallado más fósiles humanos, incluidos fragmentos de una calavera y de una mandíbula. Una nueva datación, con las últimas tecnologías, apunta a que estas personas vivieron hace unos 300.000 años.
Los restos de Jebel Irhoud sugieren que la cara de aquellos humanos pasaría desapercibida hoy en cualquier calle. Su cráneo, sin embargo, era achatado, no alto como el de los humanos modernos. “Los llamamos Homo sapiens porque pertenecen a los orígenes de nuestro linaje. Pero no pretendemos que sean humanos modernos, gente como nosotros, porque su cerebro todavía tenía que evolucionar hasta ser como el nuestro. ¡La evolución existe!”, explica Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).
El nuevo hallazgo, que se anuncia hoy en la revista Nature, sugiere que la emergencia de los Homo sapiens llegó tras un proceso evolutivo que implicó a todo el continente africano. Otro cráneo fósil, descubierto en 1932 en Florisbad (Sudáfrica), ha sido datado provisionalmente en 260.000 años. Con los fósiles que hay hoy sobre la mesa, la comunidad científica sostiene que los Homo sapiens surgieron en África a partir de los Homo heidelbergensis, una especie más arcaica.


Reconstrucción de un cráneo a partir de los restos de Jebel Irhoud.

“Homo sapiens era hasta ahora la especie sin pasado. Aparecía como de la nada en el registro fósil africano hace 200.000 años”, reflexiona la paleoantropóloga María Martinón Torres, investigadora del University College de Londres. En su opinión, el hallazgo de Jebel Irhoud “cubre un vacío bastante importante sobre el origen de Homo sapiens”. Sin embargo, es escéptica con la clasificación.
“Lo que no tengo tan claro es que podamos llamarlos Homo sapiens, porque todavía no tienen las características que definen a los humanos modernos, como el cráneo alto y el abombamiento parietal, que sí están presentes en otros Homo sapiens arcaicos, como los de los yacimientos de Qafzeh (Israel) o incluso el de Herto (Etiopía)”, expone. Para Martinón Torres, lo de Jebel Irhoud son “presapiens”, hasta que se demuestre lo contrario.
El genetista Carles Lalueza-Fox, uno de los mayores expertos mundiales en ADN antiguo, también recela de las conclusiones de Hublin. “Que haya restos parecidos a los primeros Homo sapiens no es incompatible con el hecho de que todas las estimaciones genéticas siguen situando el origen de la diversidad genética actual en unos 200.000 años”, opina.
Como buen genetista, Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, cree que el concepto de especie es algo arbitrario. “El panorama del ser humano en África en los albores de nuestra especie es mucho más complejo de lo que nos habíamos pensado. Probablemente coexistieron formas muy diversas con morfologías más o menos modernas junto con otras más primitivas, y sin duda por todo el continente”, hipotetiza.
El geólogo Juan Cruz Larrasoaña ha colaborado con Hublin en la reconstrucción del clima del norte de África durante el Paleolítico. “Debido a la configuración de la órbita de la Tierra, hay periodos en los que el clima del Sáhara fue más apto para la especie humana. Se expandieron los ríos y la sabana”, señala. “El Sáhara no siempre fue una barrera”, subraya Larrasoaña, del Instituto Geológico y Minero de España. “Aparecerán fósiles de edades insospechadas en lugares inesperados. Y cada hallazgo desmontará algún paradigma”, sentencia.
El antropólogo británico Chris Stringer y su colega Julia Galway-Witham lo tienen claro: los restos de 300.000 años hallados en el yacimiento de Jebel Irhoud son “los fósiles de Homo sapiens más antiguos”. En un artículo de análisis publicado en la revista Nature, Stringer y Galway-Witham, del Museo de Historia Natural de Londres, animan a revisar las actuales ideas sobre la evolución humana en África.
Los fósiles de Jebel Irhoud “pueden iluminar la evolución de nuestra especie de manera equivalente a cómo los fósiles de neandertales tempranos de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, han proporcionado información sobre el desarrollo de los neandertales”, escriben los autores en Nature. Hace 430.000 años, al menos 28 niños y adultos quedaron sepultados en una cueva de la Sierra de Atapuerca, en Burgos. Su ADN muestra un parentesco cercano con los neandertales. Y sus restos han iluminado la vida de esta especie, prima de los sapiens.



La cultura más antigua de la tierra sigue luchando por sus derechos

Aborígenes australianos se rebelan contra su suerte.

Los primeros habitantes de la isla-continente reclaman mayores derechos

FUENTE: Diario El País

Los aborígenes australianos encarnan la cultura continua más antigua de la tierra y, seguramente, también la más desdichada. La llegada en 1788 de los colonos británicos, la llamada Primera Flota, fue un cataclismo para estos habitantes primigenios de la gran isla-continente. El desastre se prolongó durante siglos porque hasta 1967 no fueron considerados ciudadanos y hasta 2008 el Gobierno de Canberra no pidió perdón por una atrocidad que ahora parece increíble: las llamadas Generaciones Robadas, miles de niños aborígenes que fueron arrancados de sus familias y criados en centros o familias de acogida. Con motivo del 50 aniversario de su inclusión en el censo, líderes aborígenes de toda Australia se reunieron el pasado fin de semana en la roca sagrada Uluru para reivindicar sus derechos, en lo que se ha convertido en la mayor concentración de representantes de estos pueblos en décadas.
La reunión, que congregó a 250 líderes de diferentes comunidades, concluyó con una reclamación ante el Gobierno que significaría un profundo cambio en la estructura jurídica del país, según informó la prensa australiana. Lo que proponen los representantes de los Aborígenes y los habitantes de las islas del Estrecho de Torres –nombre oficial de los pueblos que habitaban Australia antes de que llegaran los europeos– es la creación de un órgano de representación indígena dentro del Parlamento, que concluiría con la redacción de un nuevo tratado que rija el país. “Los aborígenes se unen en la reclamación de un cambio que vaya más allá de los símbolos”, tituló el diario The Star en su resumen de la reunión.


“Queremos que se lleven a cabo reformas constitucionales para dar poder real a nuestra gente y recuperar el lugar que merecemos en nuestro propio país”, expresó en un discurso Megan Davis, profesora de Derecho de la Universidad de Sídney, experta de la ONU en el Foro de los Pueblos Indígenas y miembro del panel de investigadores nombrado en 2011 por el Gobierno australiano para estudiar el encaje constitucional de los aborígenes. “Cuando tengamos el poder sobre nuestro destino, nuestros hijos florecerán. Caminarán por dos mundos y su cultura será un regalo para nuestro país”, agregó. “No queremos el tipo de reforma simbólica que Australia pueda vender a otros países. Queremos ocuparnos de nuestros propios asuntos”, señaló otro asistente a la reunión, el líder aborigen Geoff Clarke.
Sobre el encuentro en el Uluru –esa inmensa roca maciza roja situada en el centro de la isla-continente, que es uno de los símbolos de Australia– planearon los espeluznantes datos que reflejan la situación de los primeros pobladores. Por ejemplo, los aborígenes tienen 18 veces más posibilidades que los otros habitantes de Australia de acabar en prisión, según un informe publicado en 2014 por el Australian Institute of Aboriginal and Torres Strait Islanders Studies (AIATSI), el órgano oficial que estudia esta comunidad. Esta disparidad es seis veces mayor que la que separa a blancos y negros en Estados Unidos. “Desgraciadamente, los esfuerzos para reducir el porcentaje de aborígenes encarcelados ha sido un total fracaso”, señalaba el informe.


Cualquiera que haya viajado a Australia y visitado una comunidad aborigen habrá podido comprobar la pobreza y marginación en la que vive una parte muy importante de esta población, que padece enormes problemas de alcoholismo. Los aborígenes tienen la sensación de que no son dueños de su destino en el país que fue suyo durante más de 50.000 años (la presencia de otros pueblos en Australia representa sólo un 1% del tiempo que el homo sapiens lleva en esta parte del mundo). El hecho de que solo a partir de 1967, después de un referéndum en el que el sí ganó por una abrumadora mayoría, fuesen añadidos al censo y considerados personas demuestra la forma en que fueron tratados, al igual que los niños robados a sus padres, que un informe oficial de 1997 cifró en unos 100.000.
Esta reclamación de nuevos derechos coincide con dos noticias arqueológicas muy significativas. Por un lado, a mediados de mayo un grupo de investigadores anunció que se había descubierto la evidencia más antigua de la presencia humana en Australia, hace 50.000 años (los bisontes de Altamira fueron pintados hace unos 15.000 años). Los humanos actuales llegaron a Sahul (un continente desaparecido que unía Australia y Nueva Guinea) antes que a Europa y lo tuvieron que hacer necesariamente navegando, porque ese territorio siempre ha sido una isla. La primera conquista de Australia es una de las hazañas más sorprendentes de la humanidad: alguien llegó navegando a un lugar tremendamente remoto cuando, en teoría, no sabíamos navegar y forjó una cultura que se sigue conservando, porque los aborígenes de ahora se sienten totalmente herederos y conectados con los habitantes de entonces. Su tiempo es horizontal, no vertical.No está claro cuántos aborígenes vivían en Australia cuando llegaron los ingleses, aunque la mayoría de los expertos creen que entre 750.000 y 1 millón. En 1901, quedaban 93.000, arrasados por las enfermedades y las matanzas. Actualmente son unos 700.000, en torno al 3% de los 23 millones de australianos.


Por otro lado, un estudio publicado en Scientific reports en marzo mostraba que está conexión es también genética: los estudios del ADN indicaban que la llegada humana a Australia se produjo hace unos 55.000 años y que la herencia genética se mantenía en las poblaciones actuales, sin que se hayan producido grandes cambios durante el Holoceno (la edad geológica que comenzó hace 10.000 años y algunos científicos consideran que está acabando ahora). El estudio concluía que las poblaciones aborígenes actuales son herederas directas de aquellos primeros pobladores. Hasta la llegada del capitán Cook en 1770 y la colonización de la Primera Flota, en 1788, cuyo objetivo era llevar presos británicos al otro lado mundo, estuvieron solos. Como demuestra la reunión del Uluru, el desastre no ha acabado.

El guardián del fuego