Los orígenes de la humanidad



"Los orígenes de la humanidad" es un documental francés dirigido por Jacques Malaterre y emitido por primera vez en televisión el 7 de enero de 2003. Relata, mediante animación por computadora o actores caracterizados, el surgimiento de la humanidad a partir de los primeros homininos hasta llegar al homo sapiens.


La línea temporal descrita por el documental empieza en Africa, en un gran valle desprovisto de árboles. Al desaparecer los árboles, los simios empiezan a evolucionar hacia especies bípedas, lo que les permite ver por encima de las hierbas de la sabana. La odisea de la especie expone, pues, la teoría conocida como East Side Story. Las especies representadas en el documental son a partir de ese momento Australopithecus, Homo habilis, Homo ergaster u Homo neanderthalensis, entre otras.

Asesoramiento científico
"Los orígenes de la humanidad" contó con el asesoramiento científico del paleontólogo Yves Coppens, co-descubridor del fósil de Australopithecus conocido como Lucy (representada en el documental mediante animación por computadora). Para la versión española del documental, emitida por La Primera, fueron rodadas escenas suplementarias que incluían la intervención y el asesoramiento científico de Juan Luis Arsuaga.

Legado
El éxito de este documental, de un presupuesto de tres millones de euros (una suma excepcional en la historia de los documentales franceses), hizo que Jacques Malaterre continuase realizando documentales sobre la prehistoria humana. Para la televisión realizó en 2006 Homo sapiens, que trata sobre todo de la historia de la especie humana anatómicamente moderna (Homo sapiens). En 2007 realizó "Le Sacre de l'homme" (literalmente "La consagración del hombre", aunque en España fue titulado "El amanecer del hombre"), un documental sobre el neolítico y la aparición de las prácticas de la agricultura, la ganadería y las primeras civilizaciones.





Los humanos se aparearon con una especie híbrida desconocida


Científicos catalanes hallan la evidencia genética de que los sapiens se cruzaron en Asia con una misteriosa población extinta, descendiente de neandertales y denisovanos.


FUENTE: Diario ABC




Ningún guion de culebrón televisivo podrá igualar jamás a la intrincada maraña de relaciones que ha impulsado laevolución humana. A lo largo de decenas de miles de años, la especie a la que todos pertenecemos, Homo sapiens, se ha cruzado íntimamente con otras emparentadas, posiblemente en varias ocasiones en distintos puntos del planeta. El último personaje de esta apasionante trama hizo aparición el pasado agosto, cuando un equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania daba a conocer la existencia del primer homínido descendiente directo de dos especies, una hembra procedente de Siberia que tuvo una madre neandertal y un padre denisovano. Pues bien, «Denny», como fue bautizada, no fue la única, sino que pertenecía a una población híbrida desconocida, compuesta por miles de individuos, a la que aún no hemos puesto nombre. Y no solo eso, sino que también nos cruzamos y tuvimos hijos con ellos.

Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) ) y del Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG-CRG) en Barcelona han descubierto la huella genética de ese grupo desconocido aplicando por primera vez al ADN humano el «deep learning», el sofisticado campo de inteligencia artificial que se emplea en los coches autónomos, las máquinas imbatibles en los juegos de mesa o el procesamiento de imágenes. El algoritmo imita la manera en que funciona el cerebro humano, con diferentes «neuronas» artificiales que se especializan y aprenden a detectar en los datos aquellos patrones que son importantes para llevar a cabo una tarea determinada.
Los científicos utilizaron esa increíble capacidad de la inteligencia artificial para que aprendiera a predecir la demografía humana utilizando genomas obtenidos a través de cientos de miles de simulaciones. Cada vez que realizaban una simulación, recorrían un posible camino de la historia de la humanidad. De entre todas las simulaciones, el «deep learning» señaló una que hace que el puzle encaje.




El tercer grupo

El software reveló que algunos fragmentos de genomas humanos actuales no pueden explicarse solo con la herencia de neandertales ydenisovanos -esos enigmáticos homínidos identificados por el hueso de un dedo desenterrado en una cueva de Siberia-, dos grupos con los que nuestros antepasados practicaron sexo tras salir de África. Hacía falta un tercer grupo, al que los científicos aún no han puesto nombre pero han identificado en sus papeles de trabajo como «Xe»: los híbridos de neandertales y denisovanos en Asia. Su influencia en los genes de los asiáticos modernos es de un 2.6%, incluso mayor que la de los neandertales. Las conclusiones aparecen publicadas en la revista «Nature Communications».
«Se trata de una población extinta separada, que contribuyó a nuestro genoma actual de una forma incluso superior que los denisovanos o los neandertales», asegura a ABC Jaume Bertranpetit, del IBE y la Universidad Pompeu-Fabra (UPF). Pero, ¿estamos hablando de una especie humana diferente? El investigador prefiere utilizar la palabra «población», incluso para referirse a los neandertales. «Los libros de texto nos dicen que dos especies distintas no se cruzan y, si lo hacen, no producen descendencia fértil. Sin embargo, este concepto es más complejo al hablar de especies extintas, por lo que el término puede emplearse a efectos prácticos», explica.

Miles de individuos

Poco sabemos de ese grupo humano híbrido. «No podemos estimar con precisión cuántos individuos lo formaban, pero probablemente eran miles», apunta Bertranpetit. El cruce se produjo hace decenas de miles de años en Asia . Aparte de eso, poco más. De momento, es imposible hacer un retrato. Sin embargo, de la misma forma que fueron encontrados los restos de «Denny» en la cueva de Denisova, el biólogo cree que aparecerán más allí o en otras partes de Asia. «Estoy seguro. Incluso podría ocurrir que existieran más grupos que no conocemos», señala. A partir de ahí, será más fácil que su figura se vaya dibujando.
Más allá del enigma evolutivo, para el investigador la clave del estudio es el uso del «deep learning» en un área en la que nunca antes se había empleado y que ha sido posible gracias al trabajo de Òscar Lao, del CNAG-CRG. «Nos da una lección de humildad -dice Bertranpetit-, porque estos algoritmos resuelven problemas de gran complejidad, imposibles para la mente humana». A su juicio, esta tecnología revolucionaria puede cambiar de forma drástica el futuro de la investigación genética. Lo que implica, por supuesto, que nos conoceremos mucho mejor a nosotros mismos.

Descubren el arte rupestre más antiguo del mundo, de 66 mil años de antigüedad


El descubrimiento confirma que los neandertales utilizaban mezclas de pigmentos sofisticadas y practicaban la ornamentación del cuerpo, incluso mucho antes que ello se haya podido documentar entre los primeros hombres modernos de África.
El arte rupestre más antiguo del mundo tiene más de 66.000 años de antigüedad, fue hecho por neandertales y se ha datado en tres cuevas de diferentes zonas de España, según un estudio que se publica hoy en Science.

Esto supone que las pinturas de las cuevas de Ardales (Málaga, sur), Maltravieso (Cáceres, oeste) y La Pasiega (Cantabria, norte) son entre 20.000 y 40.000 años más antiguas que representaciones ya conocidas, entre las que están las famosas de Altamira (Cantabria) o Lascaux (Francia).
Un estudio realizado por un equipo multidisciplinar de catorce expertos, del Instituto Max Planck (Alemania), el Centro Nacional para la Investigación Científica (Francia), las universidades británicas de Southampton y de Durham, además de la de Lisboa (Portugal) y las españolas de Alcalá, Barcelona, Isabel I (Burgos), y Cádiz.
Las nuevas dataciones de las cuevas de Ardales, Maltravieso y La Pasiega, que certifican una antigüedad hasta ahora insospechada para los orígenes de la actividad artística en el género humano, han sido posibles gracias al método de Uranio-Torio (U-Th), que mide el tiempo tomando como base la desintegración radiactiva del uranio de las costras de calcita asociadas a las pinturas.
En concreto, las conclusiones de la investigación determinan que una mano pintada en negativo en Maltravieso fue realizada al menos hace 66.700 años, y que una formación de calcita fue cubierta de pintura hace al menos 65.500 años en la gruta de Ardales. Además, revelan que un signo lineal con forma de escalera de la caverna de La Pasiega cuenta con cerca de 64.800 años.
Las muestras fueron procesadas por los investigadores Alistair Pike y Chris Standish, de la Universidad de Southampton, y Dirk Hoffmann, del Instituto Max Planck, quienes tomaron para sus mediciones unos pocos miligramos de depósitos de calcita existente bajo y sobre las pinturas, consistentes en distintos motivos en color rojo.
De forma simultánea, dos de los investigadores que participaron en ese estudio, publica junto a otros autores un segundo documento en Science Advances que ofrece una antigüedad de entre 115.000 y 120.000 años para el yacimiento de la cueva de los Aviones (Murcia).
Ahí se han encontrado conchas pintadas y perforadas que, en opinión de los especialistas, estarían vinculadas con decoraciones corporales empleadas por los neandertales (Homo neanderthalensis).
Un descubrimiento que, según el investigador de la Universidad de Barcelona Joao Zilhão confirma que “los neandertales utilizaban mezclas de pigmentos sofisticadas y practicaban la ornamentación del cuerpo, incluso mucho antes de que tales conductas se hayan podido documentar entre los primeros hombres modernos de África”.



Ambos artículos constituyen una relevante aportación al actual debate científico sobre el reconocimiento de las primeras capacidades simbólicas y artísticas de la humanidad, que hasta hace poco la mayoría de los expertos solo reconocían a nuestra especie: el Homo sapiens.
En declaraciones a Efe, uno de los autores del artículo, el profesor de la Universidad Isabel I de Burgos Marcos García, explicó que las fechas obtenidas en esta investigación “son anteriores al menos en 20.000 años a la llegada de los primeros humanos modernos a Europa y certifican su autoría por parte de grupos humanos neandertales”.
En los últimos años, varios descubrimientos ya venían proponiendo que algunos grupos humanos anteriores al Homo sapiens se decoraban el cuerpo con tonos ocres y abalorios y realizaban pequeños signos, principalmente líneas, sobre huesos y piedras.
Unas capacidades que, como comenta Marcos García, “tradicionalmente solo venían siendo atribuidas a las primeras poblaciones de humanos modernos surgidas en África hace 200.000 años y que llegaron a Europa hace unos 40.000”.
Marcos García considera ahora que las dos nuevas investigaciones dadas a conocer hoy en Science implican “un replanteamiento de los modelos vigentes sobre el origen del pensamiento simbólico y la expansión de las primeras capacidades artísticas de los humanos”.
No obstante, Joao Zilhão va aún más allá al mantener que “los neandertales en nada se diferenciaban, desde el punto de vista cognitivo y del pensamiento simbólico, de las primeras poblaciones africanas de hombres anatómicamente modernos”.
Y que “estas características definidoras de nuestra especie aparecieron en las etapas iniciales de la evolución humana, hace más de medio millón de años”.

La forma del cerebro de los neandertales pudo ser clave en su extinción

Los neandertales vivieron en Europa hace al menos 200.000 años.


Físicamente muy robustos, fueron capaces de sobrevivir a épocas tan duras como la edad de hielo pero sucumbieron con la llegada de una nueva especie procedente de África, el Homo sapiens.
La desaparición de los neandertales hace unos 40.000 años sigue siendo uno de los grandes misterios de la paleontología. Ahora, un estudio internacional concluye que las diferencias anatómicas entre el cerebro de estos hombres y de los primeros Homo sapiens podrían haber contribuido a su extinción.


Estos hombres, con avanzadas capacidades organizativas, simbólicas e intelectuales, formaban sociedades complejas, rendían culto a los muertos, cuidaban de sus enfermos, fabricaban medicamentos naturales y hasta creaban arte abstracto.
Físicamente muy robustos, fueron capaces de sobrevivir a épocas tan duras como la edad de hielo pero sucumbieron con la llegada de una nueva especie procedente de África, el Homo sapiens.
Hoy, un estudio publicado en Scientific Reports, liderado por científicos japoneses y en el que ha participado el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España (MNCN) Markus Bastir y la boliviana Marcela Ponce de León, del Instituto Antropológico de la Universidad de Zúrich (Suiza), plantea que la forma del cerebro de los neandertales pudo influir en su desaparición como especie.
“Nos preguntamos qué pistas podría darnos la forma y tamaño del cerebro para aclarar esta cuestión y decidimos comparar la estructura cerebral de ambas especies”, comenta Bastir.
A partir de fósiles de neandertales y de Homo sapiens del Pleistoceno, los autores del estudio recrearon virtualmente los cráneos de ambas especies.
Paralelamente, usaron los datos de 1.185 resonancias magnéticas de voluntarios para modelar “un cerebro promedio del humano actual”, explica Ponce de León.
Con todos estos elementos, los investigadores emplearon la técnica ‘morphing’, que, en este caso, permitió reconstruir en tres dimensiones la forma probable del cerebro de un fósil a partir de datos de humanos actuales, una técnica “compleja y laboriosa pero bastante fiable”, afirma la científica boliviana.
Así, el cerebro virtual actual obtenido con las resonancias fue adaptado a las cavidades craneanas de los neandertales y los Homo sapiens primitivos, “lo que permitió visualizar su morfología y analizar las diferencias entre ambas especies”.
Al reconstruir esos cerebros, los autores vieron que el del Homo sapiens primitivo no era mayor que el de los neandertales, pero sí que ambos tenían formas significativamente distintas, como un cerebelo mucho más grande en el caso de los Homo sapiens, un detalle que pudo marcar una de las diferencias entre ambas especies.
Al menos en los hombres modernos, el cerebelo “es una parte muy importante del cerebro, la que regula capacidades cognitivas como la concentración, la comprensión y producción del lenguaje, la memoria o la flexibilidad cognitiva”, destaca la investigadora.
Para los autores del trabajo, esa diferencia morfológica entre los neandertales y nuestros ancestros sugiere que los Homo sapiens podrían haber disfrutado de mejores habilidades cognitivas y sociales,
atributos que les permitirían adaptarse más fácilmente a los cambios del entorno y que aumentarían sus posibilidades de supervivencia en comparación con los neandertales.

El guardián del fuego